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El tema de la prédica libertaria sobre la cuestión obrera analizada desde dos frentes antagónicos, léase anarquismo y catolicismo social, descubre paradójicos acercamientos entre ambos sistemas de ideas en el ambiente del trabajador argentino en los inicios del siglo XX. Juan Suriano afirma que la ejemplaridad y disciplina obreras eran necesarias para alejar al trabajador del ambiente malsano generando un espacio ideal apartado de las perversiones del mundo. Esta prédica se acerca a la doctrina sobre la austeridad y templanza buscadas por los católicos sociales. La moral anarquista sostiene la igualdad como principio de equidad eliminando las realidades sociales argentinas cultoras, según ellos, de una moral hipócrita en el artilugio de la continuación a la opresión del trabajador. Del catolicismo social tenemos la obra del sacerdote católico Federico Grote C.SS.R., máximo exponente en el ámbito argentino con la creación de los círculos de obreros para la mejora de las condiciones de los trabajadores del país de finales de siglo XIX quien basa su ideario doctrinal en la encíclica Rerum Novarum de 1891 publicada por León XIII. La obra de Grote lo llevará a ser tildado por los católicos del régimen liberal, de cripto-comunista y será abruptamente separado de su obra social.

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