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A menudo los juristas, y más si filósofos del derecho, hablamos del Espíritu; El espíritu de las leyes, de Montesquieu, El espíritu del derecho romano, de Ihering. Los más cultos citan la hegeliana Fenomenología del espíritu. Sucede diferente con el Alma. Si el espíritu trasciende la ley, en el cuerpo de la ley no siempre parece que habite el alma; la ley está tal que desalmada. A veces, incluso, la ley nos rompe el alma. Entonces el alma de los justos solloza. Los juristas que leyeron a Tolstói enfrentaron el dilema entre la horizontalidad del alma, como conciencia de lo justo, de una parte, y el cuerpo de la ley, y hasta la verticalidad de su espíritu, de la otra. El modo de resolverlo fue distinto en cada caso. La mayor parte, incluso sin quebrantar su lealtad a la ley, comprendieron que el alma debía ser su conciencia y su tribunal. A ellos, Tolstói les abrió el alma. Descubrieron, y en adelante ya nunca ignoraron, que la ley no podía desahuciar la esperanza, la emoción, los ensueños, la vida, y que la ley también producía estupor e insensibilidad del alma. Otros, sin embargo, eligieron la espada de la ley. No comprendieron que en el alma, y no en la ley, es donde se desatan y libran las más temibles e íntimas batallas personales. A éstos, la lectura de Tolstói les irritó; el alma no podía llevarse ante el tribunal de la ley. La disyuntiva perdura.En la España de entresiglos la recepción de Tolstói fue asimismo un síntoma de europeización. Mucha de la gran literatura europea de la época llegó con Tolstói, desde la Europa eslava, desde Rusia, a través de Francia. Leer a Tolstói renovó la cultura literaria del Derecho entre los juristas españoles, demasiado recogidos en la literatura propia; diversidad de temas, formas y estructuras de reflexión diferentes, y otro tratamiento crítico ùdonde prensa y revistas culturales serían tribuna privilegiadaù representaron un extraordinario aporte a lo que bien puede tenerse entre nosotros como la Edad de Plata de las relaciones Derecho y Literatura.José Calvo González es Catedrático de Teoría del Derecho y Filosofía del Derecho en la Universidad de Málaga.