
Jesús vino a salvar a los perdidos pero su ministerio lo acompañó con señales, milagros y curaciones. "Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo" Mateo 9, 35.
En el ministerio de los Apóstoles también se obró en ellos prodigios y milagros. "Y Dios hacia grandes milagros por medio de Pablo, tanto que hasta los pañuelos y la ropa que habían sido tocados por su cuerpo eran llevados a los enfermos, y éstos se curaban de sus enfermedades, y los espíritus malos salían de ellos". Hechos 19, 11 - 12.
También hoy estas señales nos acompañan a todos. "Estas son las señales que acompañarán a los que creen: en mi nombre expulsarán demonios; hablarán en lenguas nuevas; impondrán las manos sobre los enfermos, y éstos sanarán" Marcos 16, 17.
Uno de los propósitos de la enfermedad es darle a Dios la oportunidad de demostrar su maravilloso poder y de traer gloria a su nombre a través del milagro de curación. Creo en los milagros porque la experiencia me lo confirma.
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