La femme de ménage voit tout

Freida McFadden

Description

¿Listo para un viaje donde la magia respira en cada página? La abuela Carolina te espera.

En el Río de la Plata, donde las historias se mezclan con el aroma del pan recién horneado y las luciérnagas iluminan secretos ancestrales, la cocina de la abuela Carolina es más que un lugar: es un portal. Aquí, siete nietos curiosos: Naty, Rogelio, Leti y los demás, descubrirán que los cuentos de su abuela no son simples fábulas, sino que son piezas de un enigma que esconde el origen de su sangre mágica. ¿Y qué poder guarda un cartero tímido, una bicicleta viajera y un jardín que susurra verdades olvidadas?

Entre cartas perdidas, amores que desafían el tiempo y un gato que ronronrea en dos dimensiones, este libro teje un misterio que conectar a vivos, muertos y hasta a las sombras que sonríen en los rincones. Cada relato es un mapa, una pista para desenterrar verdades que la familia lleva décadas escondiendo, pero cuidado: tras cerrar el libro, ya no volverás a ver los armarios viejos con los mismos ojos... ni mucho menos a las muñecas, ya que sabrás que te susurran verdades.

¿Por qué querés leer este libro, moranguito?

Magia cotidiana: Si creés que lo extraordinario vive en lo simple (una receta, un calcetín perdido, un río que calla), entre sus páginas respirarás esa magia. Rompecabezas emocionales: No es solo un libro, es una aventura donde cada capítulo acerca a los personajes a una verdad conmovedora. Personajes inolvidables : Desde la abuela Carolina, sabia y misteriosa, hasta un elenco de seres que desafían la lógica, como el gato bidimensional, son imperdibles.

Estas son historias que huelen a infancia, a tierra mojada después de la lluvia y a esas preguntas que nos siguen sigilosamente. Si sospechás que tu familia escondía algo... este libro será tu espejo.

Abrilo bajo tu responsabilidad: después de estas páginas, la magia ya no será un cuento, sino una realidad latente esperándote en cada rincón de tu casa. -

Una lectura que une a generaciones, desafía el tiempo y nos confirma una vez más que las mejores herencias son las que no se ven.

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