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Horacio Quiroga es, para muchos, el Edgar Allan Poe de habla hispana. Sin embargo, a diferencia de Edgar Allan Poe, que tanto influyó en él, Quiroga dejó muy pronto de buscar lo extraordinario en el ámbito de lo fantasmagórico y lo grotesco para perseguirlo en el campo de lo real, de lo cotidiano. Sus historias siempre se caracterizaron por reflejar vidas trágicas, con grandes pérdidas de seres queridos e historias de amor sin finales felices.El estilo de Quiroga está al servicio de la brevedad, la intensidad y la tensión. El escritor uruguayo sostenía que el cuento debía ser:«una flecha que, cuidadosamente apuntada, parte del arco para ir a dar en el blanco. Cuantas mariposas trataran de posarse sobre ella paraadornar su vuelo, no conseguirían sino entorpecerlo».En Decálogo del perfecto cuentista, publicado en este volumen de Relatos de Horacio Quiroga, Quiroga aplica sus diez mandamientos que definen, de manera tajante, cómo se llega a ser insuperable en el arte de producir o más bien crear, tal como él mismo lo dice, cuentos.El propio Quiroga señala la importancia de la brevedad del relato y su concepción de la importancia de escribir con un objetivo claro y una meta delimitada acerca del contenido mismo del cuento. La inspiración pasa a un segundo plano, para dar paso a la producción, a la capacidad del escritor de elaborar los mundos textuales, ya preconcebidos. Asimismo, apunta que cada relato debe tener prefijado lo que ha de contener, pues todo término debe poseer una función específica.Para Quiroga, el relato es una maquinaria perfectamente estructurada, en la cual no sobran ni faltan piezas.En esta edición de Relatos de Horacio Quiroga, junto con Decálogo del perfecto cuentista hemos incluidos otras narraciones con el propósito de ofrecer una muestra lo más amplia posible de la producción quiroguiana. Les dejamos un comentario de algunos de ellos:«La gallina degollada» narra la historia de un matrimonio, Mazzini-Ferraz, que tiene cuatro hijos que, tras sufrir de meningitis de pequeños, quedan afectados con severas incapacidades físicas y mentales. El matrimonio desgraciado tiene la fortuna de tener una hija sana, pero la felicidad dura poco en su hogar. La posibilidad de que la herencia biológica haya podido ser el motivo de la discapacidad de sus hijos, provoca en la relación entre los dos cónyuges un progresivo deterioro. Detrás de esta historia está latente el naturalismo determinista de finales del siglo XIX, una corriente literaria a la que Quiroga no permaneció ajeno.«El desierto» contiene numerosos elementos autobiográficos. La situación del protagonista, un hombre que tras enviudar queda a cargo de sus hijos pequeños en un entorno selvático, es análoga a la que vivió Quiroga tras el suicidio de su primera esposa.«El hombre muerto» un personaje anónimo se resiste a admitir su fin con una actitud de rebeldía mental.