
Seraphina Duvall es una mestiza marginada, demasiado humana para los vampiros y demasiado monstruosa para los mortales. Criada como peón de su tirano padre, conoce dos verdades: la sangre es poder y la suya está maldita.
Cuando Viktor Rasvost, el caudillo vampiro que degolló a su madre, la regala al despiadado Malachai Soren, sobrevivir significa someterse. Pero Seraphina prefiere quemar la Ciudadela de Obsidiana antes que arrodillarse.
Malachai no es lo que ella esperaba. Tampoco lo son sus guerreros asociados: Lucian, el poeta de lengua de plata con ansias de venganza, y Dimitri, el cazador silencioso que la ve como algo divino. Juntos, despiertan un poder en sus venas que incluso Viktor teme.
Se acerca la luna de sangre. Viktor planea coronarla o sacrificarla. Lilith, su venenosa espía, difunde rumores de traición. Y el Aquelarre Europeo observa desde las sombras, hambriento de la antigua fuerza que duerme en la sangre de Seraphina.
Cuando la traición de Viktor deja a Lucian moribundo, Seraphina se enfrenta a una elección imposible: dejarlo perecer o condenarlo al vampirismo. El ritual funciona, pero ata su destino a un trono empapado por los pecados de su padre.
La ciudadela se derrumba. Los antiguos dioses se agitan. Y cuando Seraphina hunde una daga en el corazón de Viktor, se da cuenta del verdadero precio de la Corona: para gobernar, debe convertirse en el monstruo que todos creen que es.
Sale la luna de sangre. El Aquelarre llama a sus puertas. ¿Y lo único más peligroso que los enemigos de Seraphina? En lo que ella se convertirá para
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